La decisión de seguir trabajando, por los motivos que sean (exigencias económicas familiares, la realización personal de ejercer una profesión) es siempre respetable. Es natural que la madre sienta tristeza y dolor, porque le gustaría no perderse nada de la vida de su hijo. Pero no debe estar angustiada, sino que ha de potenciar los pensamientos positivos y mostrarse relajada en la comunicación diaria con el pequeño, para evitar que perciba esa intranquilidad suya.
Siempre hay una alternativa posible
Existe la posibilidad de la mama solicite una disminución en las horas de trabajo, se puede intentar durante unos meses para no perder el ritmo para luego volver a las horas de trabajo completas. Muchas veces un cambio de turno de uno de los papas facilita que se alternen en el cuidado del pequeño hijo.
Otra de las posibilidades es que el pequeño se quede con un familiar próximo que quiera hacerse cargo de él, y puede dedicarle todo el tiempo que el necesita para que los papas no tengan que correr para llegar a casa con horario muy ajustado.
También se puede contratar a una señora para que cuide en casa del pequeño. Pero hay que asegurarse de elegir a una persona con experiencia, vocación y sensibilidad suficiente para captar y dar respuesta a todas sus demandas. El niño permanece en su entorno familiar y puede establecerse más fácilmente una estrecha relación entre la persona que nos ayudara y el pequeño. Pero, en contrapartida, existe el imprevisible riesgo de cambios de cuidadora. En este sentido, la guardería ofrece mayor garantía, porque la persona que sustituye a la madre es siempre la misma.
Si va a ir a la guardería debe ser el mejor y mas apropiado lugar
Lo mejor es visitar varios centros, observar las instalaciones, valorar la actitud del personal en el manejo de los niños (la higiene permanente, la utilización apropiada de los elementos de cuidado del bebe, etc.) los servicios que ofrecen, sistema de seguridad, control de entrada y salida de las personas (garantizara que no entren ni salgan extraños) y el número de niños por cuidadora. Cuanto más pequeño es el niño, más fácilmente se adapta a la nueva situación. En la guardería deben procurar que se sienta como en su casa y que tenga cubiertas no sólo sus exigencias físicas, sino también sus necesidades afectivas.
Antes de determinar la elección, hay que hablar con el director para que nos exponga el plan de trabajo del centro y las pautas educativas, y también conviene fijarse en los espacios destinados a la higiene y el descanso y en las zonas de recreo al aire libre. Cuando el niño acude por primera vez, las madres precisan tanta atención como sus hijos.
Los muy pequeñitos notan menos el cambio porque aún no tienen noción del tiempo y no han entrado en la fase de la angustia de la separación. Sin embargo, la mayoría de las mamás, al principio, llegan con cierta ansiedad. Pero, a medida que van comprobando que su hijo está atendido en todo momento y se queda tranquilo, empiezan a tranquilizarse ellas también. Esto repercute en el bebé y, desde luego, él es el primer beneficiado.
Siempre es recomendable un período de adaptación para la mama y el bebe.
Lo ideal es que la madre inicie el periodo de adaptación antes de finalizar su licencia por maternidad. Si el niño acude unos días antes a la guardería durante unas horas, se irá familiarizando poco a poco con el ambiente. Esto es tan importante para la madre como para el bebé, porque, cuando se reincorpore al trabajo, ya sabrá que su hijo se queda en buenas manos.
Una buena guardería estimulará correctamente al bebé y le proporcionará hábitos que le ayudarán a enfrentarse al mundo. Que el centro cuente con personal entrenado para la atención de niños de diferentes edades es fundamental para un adecuado estimulo del bebe.
Los padres no deben olvidar comprobar minuciosamente que las cuidadoras son capaces de dar al niño todo el afecto que necesita, pero con vocación, poniendo el corazón en su trabajo. En todos los centros se informa diariamente a los padres de cómo ha pasado el pequeño el día.
Durante el tiempo que esté en la guardería, si recibe el cariño y atención precisos para su desarrollo, habrá ganado el tiempo en que permanezca en este lugar. Allí tiene una vida organizada y estable, juega, experimenta nuevas vivencias y, al estar rodeado de otros niños, se estimula su socialización.
Si el centro realiza estimulación temprana, se potenciará su evolución psicomotora y le enseñarán a reptar, a gatear, y al regreso a casa mama y papa podrán aprovechar el tiempo disfrutando de los logros alcanzados.
Determinadas necesidades básicas, como la última toma, la hora del baño, el ritual para dormir, deben ir siempre asociadas a la figura paterna o materna. Estas horas afectivas familiares donde se genera amor son esenciales para el desarrollo emocional del bebé y los padres deben vivirlas disfrutando de estar con su hijo.
Cuando se ha decidido por una guardería es porque se ha evaluado todas las otras posibilidades y se ha llegado a la conclusión que esta decisión de mama y papa es la más acertada para el hijo. Por este motivo no hay que sentir culpas.
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