
Con y sin juguetes el niño juega. Y el tiempo que pasa haciéndolo redunda en su beneficio. Los juguetes deben ser divertidos además de entretener. Psicólogos y pedagogos determinan que jugar es una forma de descubrir el mundo y la realidad que rodea al niño; pero además también es una forma de expresión y comunicación con los demás. Por ello, si el niño utiliza algún juguete, éste debe aportarle algo que ayude a desarrollar su personalidad.
Los juguetes son disfrutados por los niños. Por ello es lógico que ellos los elijan. Hay que atenerse a sus gustos y preferencias porque no es un castigo sino un regalo. Es importante también que el niño juegue con el juguete y no al revés. Hay que desestimar los juguetes demasiado complejos y los excesivamente simples.
En principio es el adulto quién debe valorar el juguete. Los padres deben tener conciencia de si el niño quiere un juguete por un impulso momentáneo o si realmente lo va a disfrutar durante mucho tiempo.
Además, el juguete debe cumplir una doble función. Tiene que ser el compañero de juegos del niño cuando éste quiera estar a solas, y también debe servir para que juegue con otros niños. En el primer caso motiva su imaginación y en el segundo es un medio para fomentar su sociabilidad y nivel de comunicación con otros niños.
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