Consolas, videojuegos, ordenadores infantiles, televisión, etc. No hay niño que no sepa de su existencia y la mayoría los utiliza en sus momentos de ocio. Es más, suelen ser sus juguetes favoritos. Muy diferentes son los juegos tradicionales, “los de toda la vida”. Jugar de una forma no implica desechar la otra. Ambas son complementarias y cada una aporta ciertos beneficios al niño.
El jugar es una actividad natural de la persona desde sus primeros meses de vida. Y no sólo tiene un carácter lúdico. También posee su faceta educativa. Hoy en día hay múltiples formas de que el niño juegue y disfrute con ello. La gran preocupación actual es si se están perdiendo los modos de jugar clásicos, arrinconados por la nueva hornada de juegos electrónicos. Pero en ningún momento sucede esto. Los niños juegan con estos últimos en casa (por el espacio reducido entre otras razones) pero en el colegio o la calle su actividad lúdica es la de siempre: carreras, deportes, etc...
Los juegos de siempre
Los juegos tradicionales estimulan la imaginación, facilitan la comunicación y fortalecen el cuerpo. La vida de los niños es cada vez más sedentaria y menos activa desde el punto de vista físico. Esto favorece la obesidad y la debilidad corporal. Además se corre también el peligro de no desarrollar la imaginación. Los juegos a los que se ha jugado siempre son completos desde cualquier punto de vista. Dejando de lado los deportes, los juegos tradicionales aportan múltiples beneficios al niño.
Por poner algunos ejemplos, “las chapas” mejoran la coordinación óculo-manual y la percepción espacial, además del ingenio a la hora de trazar los recorridos de las mismas. La "gallinita ciega” es buena para desarrollar el sentido del tacto y la orientación. Jugando a “la comba” se desarrolla la agilidad y mejora la coordinación de ojos y pies. Los componentes de dos equipos que jueguen a coger “el pañuelo” verán cómo se estimula su atención, tiempo de reacción y la apreciación de las distancias.
Pautas en los juegos tradicionales
Los juegos tradicionales son buenos y aconsejables para su práctica conjunta de niños y niñas. Antes de comenzar es importante proporcionar a los niños una explicación corta del juego y sus reglas. Ellos deben adoptar las reglas del juego a medida que este se vaya desarrollando. Hay que tener en cuenta que entienden mejor las explicaciones cuando éstas se centran en lo que pueden o no pueden hacer.
Los niños deben autorregularse durante la práctica del juego. Cuanto menor sea la intervención de los adultos, mejor. En caso contrario siempre esperarán que haya una persona externa que interprete las reglas. Sólo se recomienda intervenir cuando la situación sea conflictiva. No existe un único juego para los niños. Éstos juegan y dejan de hacerlo según ellos quieran. Juegos que en un momento son entretenidos, en otros no lo son tanto.
El fin de los juegos es evitar que los niños jueguen para ganar o perder. La victoria es una simple consecuencia del juego pero no su objetivo. No hay que fomentar una competitividad innecesaria.
Jugar en casa
Los juegos mentales son un entretenimiento para desarrollar la creatividad. Jugar a algo tan clásico como adivinar “las películas” favorece la expresión corporal y potencia la imaginación y la atención. El “veo-veo” es bueno para desarrollar la observación del espacio cercano y de los objetos que allí se encuentran.
Este tipo de juegos se practica de diferentes formas en función de la edad de los niños. La gama de juegos de pensamiento es mucho más amplia que la del lenguaje. Tiene que ver con las habilidades del razonamiento. Con estos juegos se desarrolla, además del lenguaje y la fluidez verbal, la creatividad, la reflexión metalingüística y la expresión verbal.
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