El tratamiento de la hiperactividad se realiza básicamente, a través de una doble intervención:
*Farmacológica: es controlada por un médico (habitualmente se les administra estimulantes).
*Psicopedagógica: que consiste en la aplicación de métodos conductuales y cognitivos a través de una terapia dirigida por un pedagogo o piscólogo.
Se recomienda que ambas modalidades de tratamiento sean simultáneas para que sus efectos positivos sean acumulativos y unos potencien los otros.
El tratamiento farmacológico suele incidir directamente en la disminución del nivel de actividad motora y aumento de la atención y sus resultados son advertidos en un breve período de tiempo. Aproximadamente entre el 60 y el 90% de los niños tratados con estimulantes mejoran en ambos aspectos. La administración farmacológica no se suele prolongar en el tiempo (en el 20% de los casos se retira al cabo de un año).
El médico suele decidir el estimulante más adecuado para cada niño, controla la dosis y sus efectos si los hubiere. En este sentido, por sus escasos efectos secundarios, el estimulante más utilizado es el Metilfenidato (comercialmente Rubifén).
El período más adecuado para su administración se sitúa entre los seis y doce años. En edades inferiores, los resultados no son tan claros por la propia composición de los fármacos y porque el diagnóstico de hiperactividad es menos preciso.
Los estimulantes pueden ocasionar efectos transitorios que no son relevantes y se eliminan reduciendo la dosis o distribuyéndola en distintos momentos del día. Los efectos más comunes incluyen insomnio, dolor de cabeza, tics, irritabilidad y pérdida de apetito. Algunos niños, alrededor de un 1-3%, no toleran la medicación.
El tratamiento psicopedagógico es cognitivo y conductual. La parte cognitiva pretende adiestrarle en el autocontrol, afrontamiento reflexivo de situaciones sociales, sustitución de respuestas impulsivas por verbales, control físico y relajación.
La parte conductual supone trabajar mediante el refuerzo positivo y negativo (premios y castigos, contrato, economía de fichas) dirigido por el pedagogo, pero controlado por los padres y profesores. Su objetivo es recompensar las conductas apropiadas y extinguir los comportamientos anómalos.
Dado que la aparición de los Trastornos por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad está relacionada con el desconocimiento por parte de padres, hermanos y profesores de la condición biológica de los escolares (similar al retraso intelectual o a la intolerancia al gluten) se hace preciso contar con instrumentos eficaces para una detección temprana (al menos desde los 3 años de edad) que permita un asesoramiento profesional a los educadores.
La adecuación de las exigencias educativas en casa y en las aulas y el ajuste de los programas curriculares a sus posibilidades reales son muy probablemente los factores que pueden prevenir la instauración de cuadros clínicos de TDAH o TDA, evitando la necesidad de medicar a niños con sustancias que, no por necesarias para mejorar su situación, resultan inocuas para su desarrollo físico.
Teniendo en cuenta de que los fármacos no constituyen una opción terapéutica, ya que no modifican la condición DAH/DA, es preciso contar con cambios en los hábitos educativos de las familias y con adaptaciones curriculares en los Centros escolares, así como proporcionar ayudas específicas a estos escolares para que adquieran habilidades de regulación de su conducta atencional y mejoren su comportamiento social y escolar.
En general, todo Protocolo de Actuación General para casos de niños y adolescentes con TDAH/TDA debería incluir los siguientes componentes o similares:
- Asesoramiento y Orientación a los Padres respecto a las características, necesidades y posibilidades de su hijo/a (en función de los resultados obtenidos en la Valoración Socio-Psico-Pedagógica previamente realizada)
- Asesoramiento y Orientación a los Profesores respecto a las características, necesidades y posibilidades de su alumno/a (en función de los resultados obtenidos en la Valoración Socio-Psico-Pedagógica previamente realizada)
- Entrenamiento a Padres en Técnicas Educativas para su empleo con niños difíciles (los niños con DAH/DA son por sus propias características "niños difíciles")
- Asesoramiento a Padres y Profesores para la puesta en marcha de un Programa de Cambio de Conducta en Casa y en el Aula en el que se involucren y cooperen padres y maestros.
- Implementación en el Aula de un Programa de Educación en Valores que favorezca la integración social de todos los miembros del grupo y , especialmente, al alumnado con TDAH.
- Elaboración e implementación de una Adaptación Curricular Metodológica que facilite al escolar con TDAH el éxito escolar diario: posibilidad de terminar las tareas, comprender las explicaciones, etc...
- Proporcionar al niño/a o adolescente la posibilidad de recibir Clases de Apoyo extracurriculares para compensar la imposibilidad del profesorado habitual de prestarle una atención educativa extra.
- Proporcionar al niño/a o adolescente la posibilidad de recibir Entrenamientos Específicos, extracurriculares, para adquirir habilidades de Regulación de la Atención, Mejora de la Reflexividad y Mejora de la Competencia Social (prevención y resolución de conflictos con iguales y adultos)
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