"Mi niño no duerme ni nos deja dormir". Los trastornos del sueño son uno de los motivos de consulta al pediatra más frecuentes durante los primeros años de vida del bebé. Y también uno de los mayores quebraderos de cabeza de sus ojerosos padres. Una investigación acaba de corroborar que introducir una sencilla rutina diaria antes de acostar al pequeño reduce sus despertares nocturnos y mejora la continuidad del descanso. El método es sencillo: bañar al niño media hora antes de ir a la cuna, aplicar después un masaje y, por último, tranquilizarle con actividades como acunarle o cantarle una nana. Después, apagar las luces y... feliz noche. Este simple procedimiento ha demostrado su eficacia en dos estudios independientes que compararon a 405 madres y sus bebés. El primero evaluó a un grupo de mamás que introdujo la rutina a sus hijos de siete a 18 meses de edad frente a otro que no aplicó ningún método y que sirvió de control. El segundo hizo lo mismo con las progenitoras de bebés de 18 a 36 meses. Los retoños de todas las participantes tenían dificultades leves o moderadas para quedarse dormidos. HÁBITOS Los trabajos, cuyos resultados recoge la revista 'Sleep', se desarrollaron durante tres semanas. Antes y después de aplicar el método, se analizó con cuestionarios el comportamiento de los menores durante el sueño y se solicitó a las madres que recogieran diariamente datos sobre cuántas veces se despertaban y el tiempo que tardaban en caer en los brazos de Morfeo. Al mismo tiempo, se evaluó el nivel de tensión, ansiedad, depresión, hostilidad, fatiga y aturdimiento de las mujeres al inicio del trabajo y tras finalizar éste. Se comprobó que el uso de la rutina se asoció en ambos análisis a mejoras a la hora de conciliar el sueño, incrementos en su duración y a reducciones en el número y en el tiempo de vigilia durante los despertares. Las mamás que lo aplicaron señalaron que sus hijos las llamaban en menos ocasiones por la noche y, en general, percibían que sus retoños dormían mejor. Como cabía esperar, introducir este ritual no sólo resultó de ayuda para los niños. Los trabajos evidenciaron ventajas significativas para las madres que lo siguieron: sus niveles de tensión, rabia, fatiga y confusión se suavizaron. Alrededor del 90% de los pediatras aconseja establecer hábitos para facilitar que los bebés concilien el sueño. «La demanda de consejo ha aumentado a medida que la mujer se ha ido incorporando al mundo laboral», subraya Juan Ruíz Canela, presidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Una de las recomendaciones más extendidas es establecer una rutina antes de acostar al pequeño, similar a la empleada en este trabajo: baño e intercambio afectivo como preámbulo al beso de buenas noches. A pesar de ello, hasta un 25% de los bebés españoles presenta alteraciones de sueño. Ramón Ugarte, pediatra del Grupo de Trabajo de Sueño Infantil de la AEPap, considera conveniente, además, meter al menor en la cuna sin llegar a dormirlo en brazos para que «si se despierta sea capaz de autorregularse y no demandar el contacto con la madre». En los últimos años se han popularizado métodos para enseñar a dormir a los niños, aunque existe controversia sobre qué procedimiento es mejor. Estudios previos han demostrado la eficacia de aplicar técnicas conductuales en los trastornos del sueño infantiles, pero la nueva investigación es la primera que evalúa una rutina concreta de forma independiente. Respecto a los posibles mecanismos que pueden explicar el efecto 'sedante' del ritual nocturno, se apunta el de reducir el nivel de excitación de los pequeños y la contribución del baño, que afecta a la temperatura corporal. Su efecto calmante y facilitador del descanso podría ser similar al observado en otros estudios realizados en población adulta. Fuente: EL Mundo
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