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Sobreprotección en los hijos

Muchos padres consienten y sobreprotegen a sus hijos por diversas razones, tales como: para expresar el amor que sienten por ellos, para facilitarles las cosas, para ayudarlos en todo lo que necesiten, por ser hijos únicos, para no verlos sufrir, etc.

Dichos factores son bastante entendibles puesto que un hijo es lo más importante que un padre puede tener. Sin embargo, el exceso de sobreprotección y de halagos puede ser el principio de una pésima educación y niños sumamente malcriados que a la larga no podrán desenvolverse correctamente en el entorno social.

Generalmente, los padres sobreprotegen a sus hijos por el temor y la angustia que les provoca el pensar que sus hijos se conviertan en personas débiles e indefensas. O por el contrario, desean tanto que sus hijos sean los mejores por encima de los demás que les brindan todo lo que éstos les piden.
De cualquier manera, esto es algo más común de lo que parece y afecta el desarrollo de habilidades de una persona en formación, además de que repercute seriamente en la vida adulta.

Una de las consecuencias más notables de sobreproteger o consentir en exceso a un niño es el bloqueo que se ocasiona en el desarrollo de su creatividad, autonomía e independencia, lo cual impedirá que pueda resolver problemas cotidianos por si mismo. Mientras el niño sea pequeño el problema parecerá no ser tan grave, pero desgraciadamente estas faltas se verán reflejadas cuando llegue a la adolescencia o a la edad adulta en la escuela, el trabajo, en sus relaciones interpersonales, al elegir sus amistades o una pareja, etc.

Además de brindarles una buena educación que los haga personas productivas y de bien, los padres deben darles a sus hijos las herramientas necesarias para que puedan desenvolverse satisfactoriamente en el futuro. La manera más sencilla de fomentar esto es brindándoles un espacio lo suficientemente amplio desde que son pequeños como para que experimenten e ideen nuevas alternativas para solucionar un problema. De esta manera los niños aprendan por sí mismos y los padres, en lugar de resolverles sus conflictos, únicamente tendrán que acompañarlos en la búsqueda de la solución.

En muchas ocasiones los padres sabrán de antemano que sus hijos están haciendo algo que no les saldrá bien, pero eso no es lo importante. A diferencia de los adultos, que ya pasaron por esa etapa, los niños necesitan experimentar el mundo a su manera para poder aprender, obviamente su experiencia será otra y ellos con sus propios recursos podrán y tendrán que resolver su problema.

Ahora bien, generalmente la sobreprotección siempre va de la mano con el control excesivo. Los padres, con la idea de proteger, quieren vigilar cada uno de los actos y pensamientos de sus hijos, pero debemos recordar que los tiempos han cambiado y por esa razón las experiencias que ellos vivan serán muy diferentes a las que alguna vez tuvimos los adultos en nuestra infancia, ya que además de ser otras personas, ellos están creciendo en otra época y en un medio ambiente totalmente distinto al de hace 20, 30 o 40 años.

Un punto muy importante en el desarrollo individual de cada persona es el descubrimiento de la intimidad, la cual juega un papel muy importante ya que es en ella donde las cosas más fuertes toman forman, como en el caso de un bebé en el vientre de su madre, la raíz de una planta debajo de la tierra o incluso un proyecto de trabajo en lo profundo de nuestra mente. En este sentido, es muy importante que los padres respeten el espacio personal de sus hijos, tales como su recámara, su juguetero, el tiempo que pasan con sus amigos o simplemente el que sus hijos tengan un tiempo para estar solos, consigo mismos.
El espacio propio y la independencia para resolver problemas son aspectos que le ayudarán a los niños a fortalecer su carácter y desarrollar nuevas habilidades.

Ciertamente, los cuidados que requieren los niños son muchos y muy extensos, y los primeros años los padres son los encargados de su supervivencia, ya que sin ellos no podrían alimentarse, vestirse, asearse y satisfacer todas sus necesidades básicas. Pero con el paso del tiempo y a medida que los pequeños van adquiriendo habilidades, los padres necesitan dejar de atender a sus hijos para convertirse en guías, no en celadores.

Dar sobreprotección a un pequeño puede ser igual de perjudicial que dejarlo en el abandono, ya que acostumbrar a una persona a vivir dependiendo de los demás puede provocarle dificultades para adaptarse por si mismo, ocasionando estados de ansiedad, mortificación y estrés que pueden agobiar al pequeño durante toda su vida.

Además, este problema no sólo aqueja la vida y la conducta emocional de los menores, los padres afectados también suelen pasarla muy mal. Incluso, en ocasiones llegan a tener pensamientos tan severos que cuando los menores crecen o cuando se tiene alguna dificultad, éstos no pueden dormir, comer o pensar en otra cosa que no sea la protección de sus hijos, preocupándose en muchos casos por cosas sin relevancia.

Dejar que los hijos se conviertan en seres independientes es duro para los padres, pues en ocasiones pueden sentir que es un descuido o que nadie lo hará mejor que ellos, pero también deben pensar que el dar lecciones deja más que hacer las cosas por sus hijos.

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