La llegada del bebé puede provocar los celos del hijo que hasta entonces había disfrutado en exclusiva del cariño y las atenciones de los padres, en especial cuando éste tiene entre 2 y 6 años. Al principio, las mamás estamos sensibles y algo desorientadas y dedicamos mucho tiempo al recién nacido; así, pues, es normal que el mayor se sienta celoso.
¿Cómo podemos ayudar nosotros, desde nuestro rol de padres, a que ese cúmulo de preguntas, de dudas, de sentimientos entremezclados e íntimos que experimenta nuestro hijo mayor, obtengan una respuesta lo más sencilla y clara posible? Lo importante es hacer sentir al niño que está celoso, que él es parte de la familia y que, dentro de sus posibilidades, puede ayudar en ciertas tareas de cuidado de su hermano. Implicándolo activamente conseguiremos atenuar la sensación de rivalidad que se despertará en él frente al nacimiento del bebé.
Este proceso que involucra a toda la familia, no tiene un tiempo de duración determinado, sino que se rige por el “tiempo interno” de cada uno y de cómo cada grupo familiar resuelve el conflicto.
Cuando la convivencia entre todos –padres y niños, incluido el recién nacido- reanude su equilibrio, podrán disfrutar de la llegada del nuevo ser y de la alegría de compartir con alguien más la aventura de vivir.
Algunas sugerencias:
- Permite que te ayude en tareas sencillas relacionadas con el cuidado del bebé: pasarle el jabón cuando lo bañan, mover el cochecito o la cuna con cuidado y bajo la atenta vigilancia de un adulto, tenerlo en brazos con la ayuda, son algunas de las acciones que el hermano mayor puede llevar a cabo y así sentir que nadie lo excluye del grupo familiar.
- No olvides que tu hijo mayor sigue necesitando tener contacto físico contigo. Piensa que sólo conseguirás tranquilizarlo mostrándole a menudo tu afecto, demostrándole que lo quieres igual que antes y que no te has olvidado de él. Cúbrelo de besos y abrazos siempre que puedas.
- Dedícale un tiempo extra y exclusivo.
- Dialoga con él; no evadas las respuestas buscadas por sus interrogantes y responde a éstas en forma veraz y con palabras sencillas de entender.
- Hazle comprender que es un ser único, ni mejor ni más especial, simplemente diferente; muchos padres optan por tratar de un modo idéntico a ambos hijos, sin saber que con ello no hacen sino empeorar las cosas.
- Nunca lo amenaces con atrocidades como “Ya verás cómo cambian las cosas cuando tengas un hermanito. ¡Se acabó el hacer siempre tu santa voluntad!”. Este tipo de comentarios crueles e insensatos despierta en el niño un sentimiento de odio nada saludable.
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