De hecho, esta necesidad de succión está tan anclada en nuestro cerebro, que incluso cuando somos adultos, tenemos necesidad de ello, bajo otras formas, en caso de estrés. Por ejemplo, uno de los primeros gestos para ayudar a una persona en situación difícil consiste en darle de beber (tras un accidente, por ejemplo).
¿Dar el pecho?
Debido a razones físicas o personales, por elección o no, no siempre es posible dar el pecho. Incluso en el caso que se de el pecho, no siempre se puede responder a las necesidades del bebé sistemáticamente. Por eso el biberón o el chupete, pueden servirle para que el bebé se sienta seguro y más tranquilo.
El chupete es un objeto que siempre tenemos a mano, y no necesita preparación al contrario del biberón… Su utilización se ha generalizado en los últimos 15 años. ¡En la actualidad al menos el 70% de los bebés utiliza el chupete!
Sin embargo, el chupete no es la solución mágica para calmar la ansiedad del bebé. A menudo en cuanto el bebé llora o manifiesta el más mínimo síntoma de malestar se le da el chupete y el resultado, es que el niño no puede estar sin él. Así que se llega a un auténtico abuso del chupete.
Muy a menudo vemos a los niños continuamente con un chupete en la boca. Es imposible ver su boca, escuchar su voz. A veces, apenas conseguimos descifrar ruiditos incomprensibles… ¡porque mamá y papá todavía no le han enseñado que no se debe hablar con la boca llena!
Poco a poco, el chupete se convierte un refugio contra el mundo exterior. El niño se refugia detrás de este objeto de plástico y retrasa la comunicación.
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