El inicio de las vacaciones reabre el debate sobre «qué hacer con los niños» en los meses estivales Se propone utilizar los centros en julio para usos extraescolares.
MITXEL EZQUIAGA/
SAN SEBASTIÁN. DV. El director del colegio Amara Berri de Donostia, Emilio Martín, estaba a mediodía de ayer aún emocionado. Acababa de vivir la «ceremonia» de despedida de los chavales de Sexto de Primaria que a partir del curso que viene seguirán sus estudios en el Instituto. Para ellos las vacaciones llegan hoy teñidas de emoción especial; para todos los escolares guipuzcoanos, que ayer abandonaron sus aulas hasta septiembre, las vacaciones llegan cargadas de júbilo. O eso se desprende de las imágenes de celebración que podían verse ayer a las salidas de los centros.
Hoy comienza el periodo vacacional para todo el sistema educativo y se reproduce el debate de todos los meses de junio: ¿Son demasiado largas las vacaciones escolares? ¿Qué 'hacen' con los chavales las parejas que trabajan? Algunos padres lo tienen claro: reclaman que los centros educativos estén abiertos también en verano (al menos en julio) para que sus instalaciones, desde las aulas informáticas hasta los campos deportivos, puedan ser utilizados en el periodo estival. Es una propuesta que cuenta con el respaldo del Parlamento Vasco, que hace quince días aprobó un pronunciamiento en el que pide abrir los colegios en vacaciones para liberar a los padres que trabajan.
Un mes distinto
Imanol Zubizarreta, presidente de Baikara, federación de padres de los centros educativos públicos de Gipuzkoa, lo tiene bien claro: «No pretendemos que julio sea un mes lectivo más para dar materia curricular. Es un mes de vacaciones y lo aceptamos como tal, pero consideramos que desde el ámbito de los centros podría darse algún tipo de oferta de ocupación del ocio por parte del alumnado. Quizás no como responsabilidad directa de los colegios, pero sí de las manos de asociaciones o entidades bajo el amparo de los ayuntamientos y del Gobierno Vasco».
Zubizarreta recuerda que las escuelas de hoy «no son como las de hace treinta años, cuando en los colegios sólo había pupitres. Ahora están dotadas de internet, material informático o instalaciones deportivas de calidad. Es una pena que eso se utilice durante el curso sólo hasta media tarde y no pueda hacerse en verano».
Eso, al menos, ha ido cambiando en los últimos años. Cada vez son más los centros escolares de Gipuzkoa que en verano, con el apoyo de los ayuntamientos, abren sus patios para diferentes usos. Hay centros, como Amara Berri, que programa diferentes actividades durante julio promovidas por la asociación de padres. Lo mismo ocurre en varios centros de Irún.
«A los padres no nos preocupa tanto intensificar el curriculo de los chavales durante el verano, sino que estén ocupados en actividades deportivas o de socialización», añade Imanol Zubizarreta. «Sé que es un tema de medios y de presupuesto, pero está claro que las necesidades van por ahí», dice el presidente de los padres guipuzcoanos, que añade una reflexión más para el desarrollo del curso en su conjunto. «El calendario viene marcado por las festividades cristianas, y como la Semana Santa varía, a veces nos encontramos, como ocurrirá el año próximo, con 'trimestres' de dos meses y otros de cuatro. Habría que racionalizar también eso», agrega Zubizarreta.
Aprender con la familia
El director de Amara Berri, Emilio Martín, no ve con malos ojos el uso de sus instalaciones durante el verano pero defiende también que los meses de verano son buenos «para que los niños y los jóvenes aprendan con sus familias, fuera del reglamentado ámbito del colegio en el que se mueven durante todo el año».
Martín no considera que las vacaciones escolares sean demasiado largas. «La formación curricular queda bien repartida a lo largo del curso y el verano es una forma de aprender viajando, en contacto con la naturaleza, con la familia. Sé que para muchos padres que trabajan se plantean problemas de infraestructura organizativa, pero hay que hacer el esfuerzo de compartir más tiempo con los hijos en esta época», agrega el director de Amara Berri, centro educativo en el que estudian 1.200 jóvenes donostiarras.
Cada verano, especialmente en julio, crece la oferta de grupos de mochileros de distintas entidades, así como ofertas de actividades deportivas o de idiomas. «A veces se hace de la necesidad virtud y se acaba descubriendo tenistas, o chavales que terminan aprendiendo inglés, porque sus padres no saben qué hacer con ellos», ironiza un docente.
¿Y los chavales? ¿Qué opinan? Cualquiera que les viera salir ayer a gritos de las ikastolas y colegios sabrá que las vacaciones no les parecen largas. Siempre cortas.
Fuente: El Diario Vasco
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