Una de las primeras conclusiones que se han evidenciado en el estudio es que la sociedad debe asumir el correcto comportamiento vial como un componente fundamental de la socialización general del niño. De esta forma, se han sumado a la intervención familiar, clave para educar y ser ejemplo del comportamiento como peatones, conductores y viajeros, clases específicas en colegios y campañas institucionales. Así se ha conformado la materia que conocemos como Educación Vial.
Desde los tres años
La educación de los niños en este campo es la meta primordial, pues se educa a una colectividad que conformará y educará el futuro. Los expertos aseguran también que la enseñanza debe empezar cuanto antes. Desde que el pequeño comienza a entender órdenes conviene describirle las normas de conducta seguras cuando circule y, por supuesto, servir de ejemplo.
Como materia educativa, los especialistas coinciden en que debe comenzar a impartirse desde los 3 años, ya que hasta los 7 los niños son muy receptivos. Además, en estas edades, aunque su capacidad de juicio y razonamiento es muy limitada, resulta fundamental sentar una buena base formativa. A partir de los 7 hasta los 12 años será un periodo de afianzamiento, refuerzo de conceptos y puesta en práctica. La educación vial infantil trata de:
- Dar a conocer las normas viales vigentes para promover hábitos y actitudes de respeto hacia éstas.
- Ofrecer información acerca de la circulación y el transporte desde la perspectiva de los beneficios que aportan, pero sin dejar de señalar que su mal uso provoca conflictos y peligros para la comunidad.
- Descubrir, analizar y la comprender las normas, el porqué de los códigos y sus aciertos.
- Obtener una visión global que permita detectar problemas y posibles soluciones.
- Reconocer las responsabilidades de los agentes sociales que inciden en el tráfico.
- Promover el uso del transporte público.
No son conscientes
Los adultos tenemos la costumbre de sobreestimar las habilidades de los niños, más aún cuando se trata de una actividad diaria como subir a un autobús o cruzar una calle. Aunque estas acciones son cotidianas, su grado de dificultad es mayor del que puede parecer. Hemos de tener en cuenta que su agilidad sensorial es menor. De hecho, está comprobado que los niños presentan dificultades para juzgar la velocidad de los vehículos que se acercan y que los diferentes tamaños de los automóviles pueden inducirlos a cometer errores en cuanto a la distancia. Además, su pensamiento nada tiene que ver con el de un adulto: para ellos, cruzar mal una calle está mal porque así se lo han enseñado, pero no comprenden el grado de peligro que implica.
El niño como peatón y viajero
- Los niños no sienten el peligro. Salen a la calle con la idea de jugar.
- Si no se está caminando, convendrá parar en lugares seguros, alejados de la circulación y que puedan ser vigilados.
- Hay que caminar siempre por la acera, lejos del bordillo, y prestar atención a las entradas y salidas de vehículos de los garajes.
- También se debe prestar especial atención cuando se cruza la calle. Es mejor cruzar en el punto donde se halla un semáforo que por un paso de peatones. Los niños aprenden jugando, por lo que fijarse en el cambio de color de los muñecos y responsabilizarles de la orden de cruzar es un buen método de enseñanza.
- El adulto que vaya con él no debe infringir ninguna regla de tráfico.
- Debe aprender a identificar zonas reservadas para peatones e iniciarle en el conocimiento de algunas señales, en especial las de los agentes y las luminosas.
Como viajero
- Debe compartir un viaje paciente y relajado por parte del conductor.
- Debe ir sentado atrás y no tocar manivelas, ventanas o puertas. Todas ellas deben tener puesto el seguro.
- Los niños menores de un año deben ir sentados en el sentido opuesto a la marcha. Hasta los 12 años tendrán que sentarse, en el sentido de la marcha, en silletas o adaptadores homologados.
- El coche nunca debe abrirse hasta que esté totalmente parado.
- Ha de salir del coche siempre por la acera, nunca por la calzada.
- En el transporte público, los menores de 12 años tienen prioridad de asiento, al igual que las mujeres embarazadas, personas con minusvalía y ancianos.
- En el transporte escolar, cada niño ha de ocupar un asiento. Las puertas no se abren hasta que el vehículo esté estacionado en la parada y se debe dar paso para subir y bajar.
- Si va de 'paquete' en una bicicleta, es necesario asegurarse de que tanto el ciclista adulto como el pasajero infantil llevan los cascos adecuados y ajustados de manera correcta.
- En este caso es también imprescindible que el asiento del niño tenga un respaldo alto y que vaya sujeto con un cinturón de arnés y que pueda apoyar los pies para que no sean atrapados por los radios de la bicicleta en marcha.
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