La enuresis o falta de control de esfínteres es un padecimiento que se debe considerar sólo cuando el niño tiene cinco años o más y no antes de esa edad, porque es normal que entre los 2 y 5 años mojen ocasionalmente la cama durante la noche.
Según datos del Instituto Nacional de Pediatría, el 77% de los niños con enuresis tienen padres que presentaron el mismo problema en la infancia.
Puede ser enuresis primaria cuando el niño nunca ha podido controlar esfínteres y enuresis secundaria, si durante seis meses no tuvo ese problema y después se suscitó. Puede ser simple o acompañada de síntomas como ansiedad, depresión, urgencia de orinar, infecciones en las vías urinarias, dolor y hasta estreñimiento.
Muchas veces se confunde con incontinencia urinaria, pero la enuresis puede tener un origen fisiológico o psicológico. A nivel orgánico, la enuresis es ocasionada por una inmadurez en la fisiología neurovegetativa del sistema urinario y representa la mayoría de los casos. A nivel emocional, existen factores que aceleran el desarrollo de la enuresis, como déficit de atención con hiperactividad, angustia de separación, problemas familiares y escolares, cambios de escuela o de residencia, la muerte de un familiar o una mascota, entre otros.
Es importante acudir con el pediatra o el urólogo pediatra para que determine si la enuresis de tu hijo tiene un origen orgánico o psicológico, con el fin de que reciba el tratamiento más adecuado.
Si el problema se debe a causas físicas, debes tomar algunas medidas de higiene y disciplina que disminuyen el problema:
• Evita el consumo de alimentos que son considerados irritantes vesicales, como chocolate, picantes, refrescos de gas y café, porque incrementan la actividad de la vejiga.
• Disminuye la ingesta de líquidos a partir de las cinco de la tarde, hasta eliminarlos por completo dos horas antes de que el niño vaya a dormir.
• Llévalo al baño antes de dormir y despiértalo en la noche para que vuelva a orinar.
Cuando se ha descartado su origen orgánico y se determina que éste es psicológico, pueden llevarse a la práctica algunos breves consejos que ayudan a aminorar el problema y que contribuyen de manera importante a su solución. A continuación se describen algunos de ellos:
• Ten en cuenta que esta conducta no es intencionada; tu hijo también está preocupado y angustiado por encontrar una solución.
• Refuerza positivamente a tu hijo cuando logre su objetivo, esto es más efectivo que hacerlo en forma negativa. Es decir, felicítalo, aliéntalo o dale un premio cuando pueda retener o lograr la micción (el hacer pipí) en el lugar adecuado, antes de reprenderlo cuando no lo pueda hacerlo.
• El hecho de que tu hijo sepa que tiene el apoyo de sus padres en forma incondicional, lo motiva y elimina la tensión, factor de relevante importancia en la solución del problema.
• Intenta identificar los factores que incrementan la frecuencia, así como los factores que la disminuyen, evitando unos y promoviendo los otros.
• No lo compares con niños de su edad que ya han logrado retener los esfínteres.
• Procura que sus actividades no sean trastornadas por el problema (dejar de ir a clubes, paseos, viajes, etc.), esto no es recomendado, ya que procuras su aislamiento.
• Trata de hablar con tu hijo del problema, cuando él sienta la necesidad de hacerlo, no cuando la necesidad surja de ti.
• Demuéstrale cariño a tu hijo y réstale la atención negativa destinada al problema.
• Si el problema persiste, consulta con su pediatra o con el urólogo pediatra. En los niños de cinco a ocho años, el tratamiento debe empezar con terapia psicológica; a partir de los ocho años con terapia conductual y en adelante se pueden agregar fármacos si es requerido por el especialista.
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