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Los Niños y El Divorcio
Aunque se trate de una situación reconocida por ambos cónyuges, cuando uno de ellos dice “ no va más”, el hecho de enunciarlo, genera una crisis intensa en la que no sólo está involucrada la pareja, sino la familia entera.
Entendemos por crisis una situación que rompe con una estabilidad lograda a lo largo de los años de convivencia y que inevitablemente implica pérdida, sufrimiento emocional y cambios en la vida diaria.
Es un momento en que la soledad se hace sentir con un alto grado de intensidad y el miedo se apropia de la mente.
Las mujeres dependientes del esposo creen no saber cómo manejarse solas y en los hombres crece el temor de no saber como ordenar la vida cotidiana.
El clima se vuelve por momentos caótico y las peleas y los reproches ocupan gran parte del espacio, lo que impide pensar en el modo más conveniente de llevar a cabo la separación. Surgen sentimientos de odio y venganza en el cónyuge “dejado” y culpa en el que desea terminar.
Aunque el divorcio o la separación puede ser una solución benéfica para un matrimonio con graves problemas o alto grado de agresividad (que obviamente no puede dejar de manifestarse dentro del ámbito familiar), el proceso de separación es largo y doloroso y no termina con el mero hecho de la ida de uno de los cónyuges del hogar.
Pese a que en este momento, los padres se sienten muy preocupados por sus propios problemas, muchos de ellos son conscientes de que sus hijos son lo más importante en sus vidas y se preocupan del efecto que el divorcio tendrá en ellos.
Suele ser un tema de preocupación para los padres el efecto psicológico que el divorcio tendrá en los niños.
El tema ha sido objeto de muchos estudios en los cuales se comparó el funcionamiento psicológico promedio de los niños de familias casadas y de familias divorciadas. Estos estudios no muestran diferencias significativas sobre el desarrollo y evolución de un niño promedio de una familia divorciada y de una casada; quedando así demostrado que gran parte de los problemas que presenta un niño luego del divorcio, en realidad comienzan antes de éste.
Estos datos sugiere que muchas de las dificultades emocionales de los niños no son consecuencia del divorcio sino, más bien, el resultado de conflictos permanentes o de una crianza deficiente anterior al mismo.
Estas conclusiones sobre el desarrollo de un niño promedio de una familia divorciada son de precisión científica y deberían ser tranquilizadoras para los padres; sin embargo, las mediciones psicológicas están lejos de ser perfectas y puede ocurrir que éstas no logren una percepción adecuada de los sutiles e importantes sentimientos de confusión, dolor, añoranza e infelicidad que acompañan a la separación.
Deseamos remarcar como algo muy importante el que los padres estén alertas a las modificaciones de conducta de sus hijos, en particular a los cambios de humor y a las manifestaciones orgánicas.
Las reacciones de los niños frente al divorcio son muy diversas y varían mucho de acuerdo a la edad de los mismos :
Los infantes y los niños menores de tres años: pese a su corta edad, logran captar la tristeza y preocupación de sus padres y tornarse irritables, llorosos, miedosos y agresivos; es posible que aparezcan trastornos del sueño y conductas regresivas.
Entre los cuatro y los cinco años de edad: los niños suelen culparse de la infelicidad de los padres y temen ser dejados; pueden tener pesadillas y fantasías de abandono.
Los niños de edad escolar: pueden manifestar tristeza y preocupación y presentar conductas agresivas tales como malos modales y oposición porque sí; muchos se sienten atrapados en conflictos de lealtad y no sería sorprendente que disminuya marcadamente su desempeño escolar
Los adolescentes: ponen de manifiesto una autonomía emocional prematura, cuestionando a sus padres e intentando manejar la vida según su parecer y poniendo a prueba la autoridad de los mayores.
Algunas recomendaciones que pueden ayudar:
- Asegurarle a los niños que ambos padres lo quieren; que la separación es sólo de la pareja, no de los hijos.
- Mantener la rutina diaria lo más normal posible. Tratar que permanezca en la misma casa, el mismo barrio y la misma escuela.
- Asegurarle que será visitado por el padre que no vive con él y que éste lo quiere mucho.
- Ayude a su hijo a expresar sus sentimientos dolorosos. No lo cargue con sus propios problemas y evite expresarse mal de su padre/madre.
- Hágale entender que él no tiene la culpa de su divorcio.
- Explíquele claramente que el divorcio es definitivo.
- Proteja las opiniones positivas que el niño tenga de ambos padres. Trate de mencionar los puntos buenos del padre/madre ausente, los negativos desahóguelos con otros adultos. Nunca le pida que tome partido; el niño tiene que sentir lealtad por ambos padres.
- Mantenga la disciplina normal en ambas casas.
- No discuta con su ex cónyuge en presencia de su hijo.
Dra. Agustina Lanoël (pediatra) Lic. Rosa Ocaña
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