
La causa de este síndrome estriba en que el alcohol que consume la madre atraviesa con facilidad la placenta y cuando llega a éste, permanece allí más tiempo actuando, ya que tiene mayor dificultad para eliminarlo.
Como consecuencia, los bebés pueden sufrir este síndrome, cuyo cuadro clínico se caracteriza por un peso y talle menor, cabeza de menor tamaño y anomalías de la cara: aperturas oculares pequeñas, puente nasal bajo, nariz corta, labio superior delgado, mandíbula subdesarrollada, surco naso labial inexistente o perfil mediofacial plano.
También puede presentar alteraciones orgánicas, dificultades para dormir y problemas de succión durante la infancia, mala coordinación motora, retraso del desarrollo y problemas de aprendizaje, mala memoria, mala comprensión del lenguaje y poca habilidad para resolver problemas e, incluso, hiperactividad.
En total, se calcula que nace un bebe con Síndrome Alcohólico Fetal por cada 750 embarazos que se producen, y éste se puede evitar en el 100 por cien de los casos si la mujer no bebe durante el embarazo, manifestó la concejal de Sanidad y Consumo en el Ayuntamiento de Valencia, Lourdes Bernal.
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