Los zurdos suman el 10% de la población y ven el mundo desde otra posición. Actividades que para los niños diestros no suponen un esfuerzo especial como cortar siguiendo una línea de puntos o aprender a escribir, tienen un grado de dificultad añadida para los zurdos. Estos pequeños problemas cotidianos pueden generar frustración, ansiedad o incluso falta de confianza en los niños, cuando por su edad no son capaces de reconocer la verdadera causa de su torpeza. Por eso, el niño zurdo necesita ante todo tolerancia y paciencia por parte de sus padres y profesores, no basta con dejar que se la arregle solo con su mano izquierda, hay que enseñarle a desenvolverse como zurdo.
Durante los dos o tres primeros años de vida muchos niños son ambidiestros, y es normal que en actividades cotidianas usen ambas manos indistintamente. Otros, en cambio, manifiestan desde muy pequeños su preferencia lateral. En general, se puede decir que la lateralización aparece entre los 3 y los 6 años.
La manera más sencilla de comprobar si un niño es zurdo o diestro es dedicando tiempo a observar como evoluciona su preferencia manual, viendo qué mano, pie u ojo utiliza cuando realiza de forma espontánea acciones como sujetar un biberón o un chupete, pintar con los dedos, mirar por un calidoscopio o por otro objeto, limpiar una superficie con un trapo, cepillarse los dientes, peinarse, llevar un vaso lleno de agua, saltar sobre un pie...
No obligar a cambiar la mano. Si el niño zurdo es obligado a utilizar la mano derecha, implica que use la mano más débil y menos hábil para realizar sus tareas, esto lo hará torpe, inefectivo y lo agotará innecesariamente haciendo que el aprendizaje sea más dificultoso y frustrante. Forzar la lateralidad de una persona ("zurdo contrariado") conlleva muchos problemas, así lo apunta Jane M. Healey, neuropsicóloga infantil y autora del libro El niño zurdo: "cambiar las preferencias laterales del niño puede conllevar desventajas, como dificultades para distinguir la derecha de la izquierda, trastornos en la escritura, dislexia e incluso tartamudez".
Guiarles como un espejo. Si la madre o el padre es diestro, la mejor manera de ayudar a un niño a aprender a realizar actividades sencillas, como abrocharse los cordones de los zapatos, o utilizar un tenedor, es sentarse frente a él e ir guiándolo como si fuera la imagen ante un espejo, de este modo podrá imitarlo con más facilidad.
Trabajar en clase. Los maestros deben de informarse desde un principio si hay niños zurdos en el grupo, prestarles atención y procurar que usen las herramientas adecuadas.
- Sentarlos al lado izquierdo de los pupitres dobles o junto a otro niño zurdo para evitar que su codo choque con el del compañero diestro.
- Sentarlos al lado derecho de la clase en relación a la pizarra, con el fin de que vean la escritura del maestro desde el mismo ángulo que ellos miran su escritura sobre el papel.
- Colocar el papel o cartulina en el lado izquierdo de la mesa de trabajo e inclinarlo hacia la derecha.
- Ubicarse al lado izquierdo del niño para darle las instrucciones.
- Enseñarles a tomar el lápiz en la misma forma que lo hacen los diestros con el fin de evitar que adopten la posición de la mano "en gancho", típica de los niños zurdos.
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